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viernes, 22 de febrero de 2013

Artabán: el cuarto rey mago


En el ocaso del siglo XIX, el teólogo estadounidense Henry Van Dyke escribió “El otro rey mago”, una obra en la que cuenta la historia de Artabán, el cuarto rey que viajó hacia Occidente, siguiendo las guías astronómicas, para adorar al niño Jesús. Artabán llevaba tres presentes: un diamante del reino de Meroe, un rubí del mar de las Sirtes y un trozo de jaspe de la isla de Chipre. La previsión de reunirse con Melchor, Gaspar y Baltasar en Borsippa, antigua ciudad de Mesopotamia, y seguir juntos el viaje hasta Belén, falló. En su camino, Artabán encontró a un anciano moribundo y pobre al que ayudó y regaló el diamante, a pesar de que aquello le acarreó llegar tarde a su cita con los otros reyes. Y aunque siguió solo su camino hacia Belén, llegó cuando José y María huían hacia Egipto escapando de la matanza de los inocentes decretada por Herodes. Rodeado de hordas de sicarios que degollaban a niños, Artabán entregó el rubí a uno de ellos a cambio de salvar la vida de un niño que lo miraba asustado suplicándole ayuda. Fue entonces cuando Artabán se juró seguir buscando a Jesús, al que encontró, pasados treinta años, en el momento en que las gentes subían al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre al que Dios había enviado a la tierra para salvar a la humanidad. No había duda. Artabán sabía que ese era el hombre al que había buscado desde niño para adorarle. Con el trozo de jaspe en su mano, Artabán se encaminaba hacia el Calvario para darle a Jesús su último presente. Fue entonces cuando se cruzó ante él una mujer encadenada a la que iban a vender para pagar las deudas de su padre. Una vez más, el bueno del mago obró en consecuencia y liberó a la mujer a cambio del jaspe que quería entregar al Señor. Cansado y desolado, se sentó en el umbral de una vieja casa en el instante que la tierra tembló anunciando la muerte de Jesús. Una piedra golpeó su cabeza y Artabán, agonizante, miró a los cielos pidiendo perdón por no haber podido cumplir su promesa de adorar al Mesías. Fue entonces cuando escuchó la voz de Jesús con fuerza, diciéndole: Estuve enfermo y me salvaste la vida, tuve hambre y me diste de comer, me hicieron prisionero y me liberaste. Artabán, agotado, preguntó: ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has hecho por mí. Artabán cerró los ojos y se elevó con Jesús hacia los cielos de su gran destino.

Artaban : El cuarto rey mago-La pelicula

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