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sábado, 22 de octubre de 2011

El camino del discipulo


El camino del discipulo

Mateo 16:24-25

24 Entonces Jesús dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 25 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.


Los discípulos son la mejor biografía del maestro. (Domingo Faustino Sarmiento).
No hay maestro que no pueda ser discípulo. (Baltasar Gracián)
El más grande de los hombres sencillos, nuestro maestro. (Pablo Neruda)
El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible, como en producir en el alumno amor y estima por el conocimiento. (John Locke)


El Discípulo
En primer término, la palabra discípulo debe entenderse como un estado de conciencia, es decir, es discípulo todo aquél que sigue su enseñanza y no aquél que sigue a un guía. En el sentido que nosotros (Maestros Espirituales) queremos trabajar, es poniendo énfasis en las enseñanzas y no en las personalidades.
El discípulo es aquél que está siguiendo una luz, no el que está siguiendo a un ser humano incluso a un Maestro ascendido, se le ve siempre seguir su enseñanza y nunca a los hombres o a los Dioses.

Lugar donde se reúnen.
Una Escuela Espiritual el lugar donde se reunen los discípulos.
En una Escuela Espiritual no es un lugar en donde se reunen personalidades siguiendo a otras personalidades.

Formación de un Discípulo
El hombre ha sido puesto en la tierra para aprender las lecciones de la vida y de la convivencia armónica, y estas lecciones son las que permiten establecer una jerarquía de valores en donde aquellos que son parte del espíritu se encuentran por encima de los otros que son propiamente de la materia.

Así pues el honor, la dignidad, el amor y la justicia, esas lecciones que son atemporales, que son eternas y que provienen del espíritu, deben ser más importantes que las que surgen por un deseo natural de sobrevivir, de poseer un patrimonio, o de adquirir una salud momentánea. Al césar lo que es del césar, dijo el gran Maestro hace dos mil años, y al espíritu lo que es del espíritu.

Jerarquía de Valores.
Un discípulo espiritual, un discípulo de la luz, debe mantener siempre presente su jerarquía de valores y luchar por ideales antes que por los ídolos, mantener una nota alta en su vida personal, persiguiendo siempre aquello que proviene del espíritu y logrando de esta forma darle una dirección a su vida que esté encaminada precisamente hacia ese futuro glorioso que como espíritu tiene.

No significa que deba olvidarse de los bienes materiales, ni tampoco que deba descuidar su salud, tan sólo significa que su vida debe tener una dirección eterna y sus pasos encaminarlos hacia aquellos valores que trascienden el tiempo y el espacio, que trascienden su mundo físico, pequeño y egoísta, el saber que por encima de las pequeñas inconsciencias de la vida, de los pequeños actos intrascendentes, que aparentemente pudieran no ser importantes en la vida del individuo, se encuentran ciertos valores por los que uno lucha, da una alegría al espíritu y un orgullo de estar vivo, de pertenecer a las huestes conscientes del Padre, que sin duda levanta al discípulo por encima de las poblaciones y lo pone ante los ojos de los maestros como un instrumento fiel en quien apoyarse para el cumplimiento de grandes misiones.

El verdadero Trabajo.

No es en las grandes acciones en donde el discípulo se hace notar, sino en esos pequeños momentos cotidianos, en donde evita las más intrascendentes mentiras, en donde doblega la voluntad de su materia para ponerla al servicio de su voluntad espiritual, en esos momentos cotidianos en donde caminando por la calle respeta las hojas de los árboles, evita pisar una hormiga y sonríe a la vida aunque nadie lo esté mirando, esos chispazos de espiritualidad, que unidos todos juntos van construyendo una vida de luz son los que dan la personaldiad al discípulo, esos son los pequeños grandes momentos que van haciendo que una persona común se agigante y convierta en un noble y admirado discípulo.

Observar y cuidar los momentos personales privados, cuidar los pensamientos y las acciones, actuar en todo momento de acuerdo a sus valores espirituales, prodiguar sonrisas, y vigilar las más pequeñas acciones que estén de acuerdo con los grandes valores del espíritu, y poco a poco se irá escalando el sendero que conduce a la realización personal.

Las pequeñas batallas son a veces más importantes que las grandes, pues un discípulo que se ha vencido miles de veces en las pequeñas decisiones llega a los grandes momentos prácticamente con la batalla ganada.

Una gota pequeña pero constante es capaz de partir la más dura roca que ha obligado a un río a doblegarse.

Así pues, construir un futuro espiritual basado en las pequeñas grandes acciones, y en el silencio de su vida, se estará construyendo el futuro glorioso que después se habrá de colocar al frente de multitudes para el cumplimiento de grandes misiones.

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